domingo, 22 de noviembre de 2009

EXISTENCIA DE LA VERDAD

Por: David Rosero
“Verdad” es un concepto usado desde la cotidianidad hasta el ámbito académico, pero su valor es dado en el campo de la Filosofía. El concepto de verdad ha variado según el paso de los siglos, y para un mejor entendimiento es necesario ubicar el contexto histórico en que surgió dicho concepto para saber qué es lo que quiere decir el filósofo, y así lograr ubicarlo dentro del contexto total del pensamiento.

En este caso utilizare las concepciones desde un representante de la filosofía moderna; para Descartes la ciencia busca la verdad, y así trata precisamente de buscar un método, un camino de acceso a la verdad y un camino del cultivo de la razón. El método de la matemática ó método resolutivo-compositivo ó método del análisis y de la síntesis constituye para Descartes el método más eficaz para acceder a la verdad.

En la búsqueda de la verdad Descartes admite dos vías de conocimiento, la de la EXPERIENCIA que es resultado de dos componentes, lo objetivo que es la realidad externa y lo subjetivo que es el punto de vista de esa realidad, con esto se prueba la fidelidad o no de los órganos senso-perceptivos, sin embargo dicha realidad es compuesta y por lo mismo es dudosa, contradictoria y variable y se dice que sobre la experiencia en consecuencia no puede haber ciencia. La otra vía es la DEDUCCIÓN siendo la conexión mental entre dos cosas, es un conocimiento interior de la conciencia para la conciencia que no necesita aportes del exterior, su criterio de verdad es interno, entonces la verdad tiene su propia marca distintiva, una propia validación y su propio criterio de certeza y verificación.

Para Descartes la deducción nunca podrá engañarnos ya que en ella no hay lugar para el error, ya que el error proviene de la experiencia y de los juicios precipitados, la deducción es un acto de entendimiento. Descartes considera la intuición y la deducción como actos de entendimiento, al primero lo define como todo acto mental que capta una realidad con claridad y distinción, la señala como un conocimiento inmediato y no procesal, a diferencia de la deducción que maneja una cadena de razones sucesivas o procedimiento.

A continuación están las concepciones de verdad resumidas a consideración de que la verdad se refiere a la realidad misma, a la correspondencia de la cosas con su intelecto o mejor dicho a la correspondencia del enunciado con lo que se habla; y por otro lado entendida la veracidad como la correspondencia de lo que se dice con quien lo dice, entonces hasta el momento, se puede decir que el error es lo contrario de la verdad, y el engaño es lo contrario de la veracidad. Así, la veracidad viene siendo la verdad que compromete a quien la propone, por eso es equivalente a la sinceridad. Aunque, para Descartes verdad y veracidad parece representar lo mismo cuando afirma que Dios no puede engañarnos y clasifica esto como “veracidad divina” y que es fundamento de las “verdades eternas” que presuponen una serie de principios verdades que son irrefutables que aunque no sean evidentes, su verdad está garantizada por su origen, o sea Dios.
El problema aquí y para los autores racionalistas es cómo conjugar las verdades racionales y las verdades empíricas; así, las verdades de razón son conseguidas por medio del saber riguroso y las verdades de hecho son conseguidas por la opinión, como consecuencia las de razón son necesarias y las de hecho son eventuales. Descartes, fiel a su racionalismo y al realismo considero ambas como proposiciones evidentes.

Como conclusión se puede afirmar que desde las diversas corrientes no existe un común denominador en cuanto al concepto, pero se puede agrupar los distintos intentos por hacer la mejor definición; para Descartes toma lugar que podamos equivocarnos ya que no somos perfectos pero no estamos hechos para el error, es así como el “intuicionismo racionalista”, en busca de un conocimiento seguro, rechaza como falso todo lo que NO se presente a la conciencia con una certeza absoluta; su modelo de verdad se resume a la afirmación “Pienso, existo”, que no se apoya en un razonamiento sino en una intuición clara y distinta que le otorga una evidencia inmediata.

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